ARTICLES » 26-02-2011  |  CERVANTES FOU MIQUEL DE SERVENT
13497

Don Quijote va passar per Terrassa, Matadepera i Sant Llorenç del Munt

Recollim en aquesta ocasió un interessant treball sobre Cervantes, que fou presentat als III Jocs Florals de la Comarca del Vallès i publicat a “Matadepera i Sant Llorenç del Munt, més de mil anys d’història. Vol. I — Matadepera“ el 1981.

Si obrim el Quixot pel capítol LX, ens adonem tot seguit que Cervantes, el titula:

De lo que sucedió a don Quijote yendo a Barcelona

L'autor hi escriu:

Era fresca la mañana, y daba muestras de serlo asimesmo el día en que don Quijote salió de la venta, informándose primero cuál era el más derecho camino para ir a Barcelona sin tocar en Zaragoza: tal era el deseo que tenía de sacar mentiroso aquel nuevo historiador que tanto decían que le vituperaba.

Sucedió, pues, que en más de seis días no le sucedió cosa digna de ponerse en escritura, al cabo de los cuales, yendo fuera de camino, le tomó la noche entre unas espesas encinas o alcornoques; que en esto no guarda la puntualidad Cide Hamete que en otras cosas suele.

Identifica Don Quixot, espesses alzines de grossa escorça, o sia semblants a les alzines sureres, i per tant el lloc cal situar-lo cap a les altes collades de les estribacions de les veïnes muntanyes del nord del Vallès. Les alzines de cap a migdia, de les vessants de la nostra muntanya de Sant Llorenç, són més aviat de complexió raquítica i no presenten l'espessor, ni les característiques descrites en l'obra cervantina; les alzines sureres són cap al Montseny i especialment a l'Empordà, que no és el lloc de pas d'anar a Barcelona, venint de Saragossa.

"Sucedió pues, que en más de seis días" o sigui més de sis jornades des dels voltants de Saragossa, diu, ("sin tocar en Zaragoza") fins arribar ja en vistes de Barcelona. D'una capital a l'altra, hi ha aproximadament, poc més de 300 quilòmetres, per carretera o pels antics camins rals. El lloc de pas per anar a Barcelona venint de Manresa –el camí que va fer Sant Ignasi– és en el terme de Matadepera, la collada de sobre la casa de La Barata, situat a uns 43 quilòmetres de Barcelona, o sia l'exacta proporció de més de sis jornades venint de Saragossa i albirant ja Barcelona.

Prop de la collada del camí ral de Manresa, a més dels llocs de la Mata, Tres Creus, Alzina del Sal·lari i altres, hi ha un paratge idíl·lic (que sembla descrit en el llibre del Quixot), repoblat d'unes alzines espesses, unes grans i centenàries alzines, que s'anomena Coll d'Eres de la serralada de Sant Llorenç del Munt, emplaçament d'un antic poble enrunat, d'origen god, identificat per unes trobades sepultures, bàrbares i una sivella visigòtica.

Resten encara unes ruïnes marcades de l'antiga comunicació veïnal que unia aquell vicus amb la riera de les Arenes i que avui encara subsisteix sota el nom de la Calçada, del llatí calcata de calcare deixant-nos tota una sentor romana. Aquesta calçada probablement empalmava amb la Strata romana cuae pergit ad Matam de pedra (segons documents) i era enllaç no sols amb Coll d'Eres, el Marquet i Sant Llorenç Savall, sinó l'arrel d'on sortien el camí ral de Berga, el camí ral de Manresa i el camí ramader que uneix el Vallès amb els Pirineus. El camí ral de Berga passant per la mateixa fondalada de la Riera de les Arenes, s'enlairava cap el Coll d'Estenalles; mentre el de Manresa, trencant a La Barata, puja encara pel Pi del Francès, Coll de Daví, sot de Castell-Sapera, Canal de la Calsina, Muronell, Canal del Forn Gran, Coma d'Aumà, Pla dels Hostalets, Sant Jaume de Vallhonesta, Pont de Vilumara, Pujada de les Mercetes i Manresa.

El camí ramader comença seguint el camí de Manresa, desviant-se a l'Alzina del Sal·lari per agafar els graons de Mura, Cova d'en Vila, Serrallonga i Mura.

Tentólos don Quijote, y cayó luego en la cuenta de lo que podía ser, y díjole a Sancho:

–No tienes de qué tener miedo, porque estos pies y piernas que tientas y no vees, sin duda son de algunos forajidos y bandoleros que en estos árboles están ahorcados; que por aquí los suele ahorcar la justicia cuando los coge, de veinte en veinte y de treinta en treinta; por donde me doy a entender que debo de estar cerca de Barcelona.

(…)

Ya, en esto, amanecía, y si los muertos los habían espantado, no menos los atribularon más de cuarenta bandoleros vivos que de improviso les rodearon, diciéndoles en lengua catalana que estuviesen quedos, y se detuviesen, hasta que llegase su capitán.

(…)

su capitán, el cual mostró ser de hasta edad de treinta y cuatro años, robusto, más que de mediana proporción, de mirar grave y color morena. Venía sobre un poderoso caballo, vestida la acerada cota, y con cuatro pistoletes –que en aquella tierra se llaman pedreñales– a los lados. Vio que sus escuderos, que así llaman a los que andan en aquel ejercicio, iban a despojar a Sancho Panza; mandóles que no lo hiciesen, y fue luego obedecido; y así se escapó la ventrera. Admiróle ver lanza arrimada al árbol, escudo en el suelo, y a don Quijote armado y pensativo, con la más triste y melancólica figura que pudiera formar la misma tristeza. Llegóse a él diciéndole:

–No estéis tan triste, buen hombre, porque no habéis caído en las manos de algún cruel Osiris, sino en las de Roque Guinart, que tienen más de compasivas que de rigurosas.

La descripció de quaranta bandolers i el seu capità Roc Guinart (Roca Guinarda) ens l'ofereix l'acord del Consell General de la Parròquia i terme de Sant Joan de Matadepera… de les diligències fetes en persecució de Roca Guinarda i dels de sa quadrilla…

També un altre document del 20 de juliol de 1602, i per tant, anterior a la data de l'altra esmentat de l'any 1610, ens aporta la nova, que deu terrassencs s'ofereixen per la persecució de Roc Guinart.

–No es mi tristeza –respondió don Quijote– haber caído en tu poder, ¡oh valeroso Roque, cuya fama no hay límites en la tierra que la encierren!, sino por haber sido tal mi descuido, que me hayan cogido tus soldados sin el freno, estando yo obligado, según la orden de la andante caballería, que profeso, a vivir contino alerta, siendo a todas horas centinela de mí mismo; porque te hago saber, ¡oh gran Roque!, que si me hallaran sobre mi caballo, con mi lanza y con mi escudo, no les fuera muy fácil rendirme, porque yo soy don Quijote de la Mancha, aquel que de sus hazañas tiene lleno todo el orbe.

Luego Roque Guinart conoció que la enfermedad de don Quijote tocaba más en locura que en valentía

(…)

Al ruido volvió Roque la cabeza y vio esta hermosa figura, la cual, en llegando a él, dijo:

–En tu busca venía, ¡oh valeroso Roque!, para hallar en ti, si no remedio, a lo menos alivio en mi desdicha; y, por no tenerte suspenso, porque sé que no me has conocido, quiero decirte quién soy: y soy Claudia Jerónima, hija de Simón Forte, tu singular amigo y enemigo particular de Clauquel Torrellas, que asimismo lo es tuyo, por ser uno de los de tu contrario bando; y ya sabes que este Torrellas tiene un hijo que don Vicente Torrellas se llama, o, a lo menos, se llamaba no ha dos horas. Éste, pues, por abreviar el cuento de mi desventura, te diré en breves palabras la que me ha causado. Viome, requebróme, escuchéle, enamoréme, a hurto de mi padre; porque no hay mujer, por retirada que esté y recatada que sea, a quien no le sobre tiempo para poner en ejecución y efecto sus atropellados deseos. Finalmente, él me prometió de ser mi esposo, y yo le di la palabra de ser suya, sin que en obras pasásemos adelante. Supe ayer que, olvidado de lo que me debía, se casaba con otra, y que esta mañana iba a desposarse, nueva que me turbó el sentido y acabó la paciencia; y, por no estar mi padre en el lugar, le tuve yo de ponerme en el traje que vees, y apresurando el paso a este caballo, alcancé a don Vicente obra de una legua de aquí; y, sin ponerme a dar quejas ni a oír disculpas, le disparé estas escopetas, y, por añadidura, estas dos pistolas; y, a lo que creo, le debí de encerrar más de dos balas en el cuerpo, abriéndole puertas por donde envuelta en su sangre saliese mi honra. Allí le dejo entre sus criados, que no osaron ni pudieron ponerse en su defensa. Vengo a buscarte para que me pases a Francia, donde tengo parientes con quien viva, y asimesmo a rogarte defiendas a mi padre, porque los muchos de don Vicente no se atrevan a tomar en él desaforada venganza.

(…)

Roque, admirado de la gallardía, bizarría, buen talle y suceso de la hermosa Claudia, le dijo:

–Ven, señora, y vamos a ver si es muerto tu enemigo, que después veremos lo que más te importare.

Don Quijote, que estaba escuchando atentamente lo que Claudia había dicho y lo que Roque Guinart respondió, dijo:

–No tiene nadie para qué tomar trabajo en defender a esta señora, que lo tomo yo a mi cargo: denme mi caballo y mis armas, y espérenme aquí, que yo iré a buscar a ese caballero, y, muerto o vivo, le haré cumplir la palabra prometida a tanta belleza.

–Nadie dude de esto –dijo Sancho-, porque mi señor tiene muy buena mano para casamentero

(…)

Hallaron a don Vicente en los brazos de sus criados, a quien con cansada y debilitada voz rogaba que le dejasen allí morir, porque el dolor de las heridas no consentía que más adelante pasase.

Arrojáronse de los caballos Claudia y Roque, llegáronse a él, temieron los criados la presencia de Roque, y Claudia se turbó en ver la de don Vicente; y así, entre enternecida y rigurosa, se llegó a él, y asiéndole de las manos, le dijo:

–Si tú me dieras éstas, conforme a nuestro concierto, nunca tú te vieras en este paso.

Abrió los casi cerrados ojos el herido caballero, y, conociendo a Claudia, le dijo:

–Bien veo, hermosa y engañada señora, que tú has sido la que me has muerto: pena no merecida ni debida a mis deseos, con los cuales, ni con mis obras, jamás quise ni supe ofenderte.

–Luego, ¿no es verdad –dijo Claudia– que ibas esta mañana a desposarte con Leonora, la hija del rico Balvastro?

–No, por cierto –respondió don Vicente-; mi mala fortuna te debió de llevar estas nuevas, para que, celosa, me quitases la vida, la cual, pues la dejo en tus manos y en tus brazos, tengo mi suerte por venturosa. Y, para asegurarte desta verdad, aprieta la mano y recíbeme por esposo, si quisieres, que no tengo otra mayor satisfación que darte del agravio que piensas que de mí has recebido.

Don QuijoteEl sentimental relat del Quixot, anteriorment reproduït, té totes les probabilitats d'ésser un fet real i històric ocorregut a l'hereuet de Can Torrella de Matadepera, amb l'enganyada Clàudia i que tan tràgicament acabà. Clàudia, en presentar-se a davant de Roc Guinart, no anomenà el seu enamorat de Can Torrella, sinó que digué o volgué indicar a Vicenç de la família dels Torrellas; i això ho interpretà Cervantes.

Resulta una gran coincidència, que en el terme de Matadepera existeixi la masia de Can Torrella, i que en els seus arxius, un document de 31 d'agost de l'any 1562, nomena Vicenç Torrella, propietari del mas "Cudma" àlies Torrella, que podria esser l'avi o padrí del dissortat Vicente Torrella al·ludit en el Capítol LX del Quixot.

Tot el relat, fins l'acabament del capítol LX, amb les patètiques escenes de la mort i enterrament de Vicenç Torrelles, sembla desenrotllar-se, en les rodalies de Can Torrella i el cementiri de Matadepera. Més endavant ens parla dels seus amics els nyerrors i els contaris els cadells, i ens presenta com un model de cavallerositat d'aquest bandoler Roc Guinart i sa quadrilla envers el Quixot i Clàudia Torrellas, com remarca el següent paràgraf:

Oyendo decir esto los salteadores, levantaron la voz, diciendo:

-¡Viva Roque Guinart muchos años, a pesar de los lladres que su perdición procuran!

En el següent capítol LXI del Quixot, ens completen els detalls de la seva estada amb en Roc Guinart:

Tres días y tres noches estuvo don Quijote con Roque, y si estuviera trecientos años, no le faltara qué mirar y admirar en el modo de su vida: aquí amanecían, acullá comían; unas veces huían, sin saber de quién, y otras esperaban, sin saber a quién. Dormían en pie, interrompiendo el sueño, mudándose de un lugar a otro. Todo era poner espías, escuchar centinelas, soplar las cuerdas de los arcabuces, aunque traían pocos, porque todos se servían de pedreñales. Roque pasaba las noches apartado de los suyos, en partes y lugares donde ellos no pudiesen saber dónde estaba; porque los muchos bandos que el visorrey de Barcelona había echado sobre su vida le traían inquieto y temeroso, y no se osaba fiar de ninguno, temiendo que los mismos suyos, o le habían de matar, o entregar a la justicia: vida, por cierto, miserable y enfadosa.

En fin, por caminos desusados, por atajos y sendas encubiertas, partieron Roque, don Quijote y Sancho con otros seis escuderos a Barcelona.

I ací s'acaben relats i documentats, uns fets descrits en els Capítols LX i LXI del Quixot, que sembla que no foren productes d'una imaginació febrosa del Caballero Andante, Don Quixote de la Mancha sinó la descripció verídica d'uns esdeveniments viscuts en els vessants de les muntanyes de la rodalia del terme de Matadepera, tot anant Cervantes a Barcelona.

De la lectura meditada i tot observant les coincidències relatades, amb les realitats geogràfiques dels verals de les proximitats dels camins antics que passen prop de Matadepera, se'n dedueix que:

  • Cervantes, tot venint de prop de Saragossa, en direcció a Barcelona, amb un espai de més de sis jornades, passà pel camí ral que va de Manresa a Barcelona –el mateix camí que feu Sant Ignasi, per anar a la Ciutat Comtal, després d'orar i escriure els seus exercicis en la Santa Cova de Manresa.
  • Cervantes, tal com diu el Quixot, s'apartà del camí i féu nit en un espès alzinar, que, si no fou el del Coll d'Eres, devia ser en un dels similars dels voltants de la Mata, La Barata o l'Obac; que allí el rodejaren una colla, els de la quadrilla de Roc Guinart, que cometien "enormes delictes en dany dels pobats de Catalunya" com esmenta el document de l'any 1610 del Consell General de la parròquia i terme de Sant Joan de Matadepera; que no les tindria, com vulgarment es diu, totes, quan descriu "pensativo con la misma tristeza y menalncólia figura que pudiera formar la misma tristeza…", "no estéis tan triste, buen hombre", li digué el bandoler Roc Guinart; que de no haver-se guanyat, amb el seu talent i enginy, la voluntat del capità Roc Guinart, és molt probable que les seves restes ignorades, descansessin en un dels terminals descrits, i possiblement fent companyia a les sepultures godes del costat de l'antic poblat –avui en ruïnes– de Coll d'Eres.
  • Que Cervantes no s'inventà els fets que li ocorregueren, en el relat del Capítol LX, tot anant a Barcelona, sinó que fou testimoni de la venjança d'una dona despietada, per un fill de Can Torrella de Matadepera, en Vicenç Torrellas, assassinat per Clàudia Jeronima, per no haver complert la promesa que li havia donat, de casar-se amb ella.
  • Que de la lectura de les patètiques escenes de penediment de Clàudia, davant del moribund Vicenç; de la presència dels criats de Can Torrella i l'enterrament, sembla fluir-ne el paisatge i llocs de la riera de les Arenes i el cementiri de l'antiga Parròquia de Sant Joan de Matadepera.
  • Que ell passà, com ens diu, tres dies i tres nits en el campament de la quadrilla del bandoler, tractat com un rei, i admirant Roc Guinart, "Si estuviese tres cientos años no le faltara que mirar y admirar en el fondo de su vida".

En fi, que Cervantes del braç de Roc Guinart, féu l'entrada a Barcelona, tant satisfet, alimentat i ben acompanyat, que de segur que en aquestes circumstàncies, la ciutat Comtal li deu aquell famós elogi:

Barcelona, archivo de la cortesía, albergue de los estranjeros, hospital de los pobres, patria de los valientes, venganza de los ofendidos y correspondencia grata de firmes amistades, y, en sitio y en belleza, única.

Miquel Ballbè i Boada

Treball presentat als III Jocs Florals de la Comarca del Vallès
Publicat a "Matadepera i Sant Llorenç del Munt, més de mil anys d'història. Vol. I — Matadepera", 1981



Autor: Miquel Ballbè i Boada

Publicat a www.inh.cat - Institut Nova Història